Odei Antxustegi-Etxearte
Fòrum Grama, juliol-agost 2004

[dropcaps type=’normal’ font_size=’62’ color=’#303030′ background_color=” border_color=”]P[/dropcaps]aul Singh Ackoo, de 36 años, nos recibe amistosamente en el sofá de su casa con dulces y té de la India. Su mujer lo prepara todo, minuciosamente. Y sus dos hijos, de 3 y 12 años, corretean por el comedor, sin dejar de escuchar lo que explica su padre con curiosidad y atención. Paul es sij, miembro de una religión fundada 500 años atrás en la India. Un gran turbante le esconde un pelo larguísimo, que jamás se corta. Y luce una barba sin fin, que es capaz de esconderse y parecer corta como por arte de magia.

Paul vivía en un pueblo de Punjab, en el seno de una familia más o menos acomodada. Con 14 años se puso a trabajar. A los 17, montó un negocio y entró en una organización política no gubernamental que quería la independencia de los sijs. A los 20 ya tenía su propia casa, con seis habitaciones grandes y cinco baños, y pensaba compartirla con sus hermanos. Cuenta que en la India tenía una vida “llena de cosas”, con muchos y buenos amigos. En pocas palabras: una vida “con sentido”. “Aquí, todo el mundo va más deprisa…”

– ¿Por qué Barcelona?

– La ciudad me impactó mucho, sobre todo por los Juegos Olímpicos.Vine cuando cumplí los 24. Estuve viviendo cerca de las Ramblas, y luego en Sarriá, y en Horta, siempre buscando una buena convivencia y hacer amigos. A Santa Coloma llegué porque, aunque hablaban mal de ella a nivel de pobreza, destacaba porque hay una convivencia muy importante entre culturas.

– Antes vivías en el Punjab y te hiciste sij.

– Exacto, y no porque mi familia lo fuera, sino porque yo lo decidí; me impactó la forma de ser de la gente sij y el turbante. Para mí, da la imagen completa de un hombre. Además, es muy cómodo. Los sijs no se cortan nunca el pelo.

– ¿Nunca?

– No. Hay cinco mandamientos: no cortarse nunca el pelo ni la barba, llevar una pulsera especial, unos calzoncillos de nuestra comunidad, llevar una pequeña daga, y un peine en el turbante para mantener el pelo bien limpio.

– ¿En qué más consiste esta religión?

– Un sij debe orar siempre al Dios que existe, creador del mundo. Tiene que trabajar duro para mantenerse y repartirlo entre los necesitados. Debe desear siempre la felicidad y paz para todo el mundo, nunca para él solo, cuando reza frente al Gurú.

– ¿Qué es el Gurú?

– Hubo diez gurús o profetas de nuestra religión que hicieron un libro sagrado -el Gurú.-, que es como un ser vivo. Nos conecta con el Dios verdadero, que es único para todas las religiones. El sijismo dice que todos somos iguales dentro del templo. Siempre hay algún sacerdote que cuida el libro.

– ¿En el Pujab se concentra la mayoría de los sijs?

– Sí, aunque también están repartidos. El Punjab, dentro de la India tiene una autonomía parecida a la de Catalunya hace veinte años. Al gobierno central siempre le ha molestado el sijismo, porque la comunidad sij es progresista.

Foto: JPS

– El nuevo presidente de la India es sij.

– Sí, y pan; nosotros es un orgullo. Antes había sido Ministro de Economía.

– ¿Admiráis a Gandhi?

– No. Les sijs jugaron un papel muy importante en la independencia de la India, participando en la guerras directas contra los ingleses. Gandhi solo, desde casa, no habría conseguido nada. Nosotros somos más valientes y guerreros.

– ¿Qué pensáis de las castas?

– Para el Gurú no hay castas y tendrían que desaparecer, pero en la práctica existen y se tienen en cuenta a la hora de casarse.

– Así. tu hijo no podría casarse con una hito cable.

– A mí no me importaría, porque creo que en la humanidad no hay nadie que sea más que otro. Pero a mi familia seguro que no le gustaría.

– ¿La religión sij es compatible con la modernización?

– Religiosamente, no. De cara a la convivencia es más flexible, aunque hay cosas que están fuera de sitio.

– Por ejemplo…

– Mi hija puede ir al instituto con pantalones y camisa, pero cuando vaya al templo mejor que se ponga un vestido y el velo. Ir con falda también está fuera de sitio. Nos está prohibido tomar carne y alcohol, pero si bebo o como a escondidas nadie me dirá nada, tampoco. Y podré entrar al templo.

– ¿Desaparecerán algún día estas prohibiciones?

– No. El alcohol, la carne, van en contra de la conciencia limpia, y te manchan. Las drogas también están prohibidas. El sexo sólo está permitido dentro de la pareja de hecho. El matrimonio es para toda la vida. Los sijs previenen el sida desde hace muchísimos años, con el calzoncillo especial. Las prohibiciones tienen un sentido y una razón de ser si las entendemos bien.

– ¿Se encuentran muchos sijs, aquí?

– Sí, y hacemos algunas fiestas al año en las que nos encontramos. Muchos todavía no tienen documentación y lasempresas les explotan.

– ¿A qué te dedicas tú?

– He hecho un poco de todo. Siempre he colaborado con los Ayuntamientos de Barcelona y Santa Coloma como mediador intercultural. También soy traductor e intérprete para empresas, juzgados…

Hablo punjabí, hindú, urdú, bengalí, nepalí, inglés, catalá, castellano e inglés.

– Casi nada… Explícanos: ¿Qué hace un mediador intercultural?

– Suavizar la convivencia. El mediador entra en el conflicto e intenta expresar los sentimientos de unos a otros tranquilamente, sentándolos a tomar un té si hace falta. Evita que la gente se agreda.

– ¿Te encuentras con mucha oposición de la gente?

– Sí. A los sijs, por ignorancia, nos confunden con los musulmanes. Luego ya nos tienen confianza. La gente es buena… Más que ser racista, tiene miedo a lo desconocido.

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