Per deferència de l’editorial Carena publiquem l’Epíleg del llibre El Salva, un compromiso de lucha social, escrit per Marcelo López sobre el veí del Fondo Salvador Bolancé Dugo, un referent del moviment social i polític de la ciutat en els darrers 50 anys.
El llibre es presenta el proper dia 4 d’octubre, divendres, a les 18,30 h, a la Biblioteca Salvador Cabré de Singuerlín.

 

 

Marcelo López

Salvador Bolancé Dugo, el Salva, es un ciudadano de Santa Coloma de Gramenet que lleva más de medio siglo implicado en su vida asociativa y política. Con este relato he pretendido aproximarla al común de las gentes que la transitan por similares caminos. También a unos lectores que tendrán la oportunidad de conocer de primera mano el pensamiento y obra de un personaje singular de la vida pública local.

Salva es un cordobés catalán de toda la vida. De la tierra que le vio nacer y crecer ha heredado su particularísimo acento andaluz. En su habitual habla castellana se acompaña de algunas palabras en catalán, pero con una expresividad y sonoridad que transmite la sensación de estar hablando con una persona que mantiene incólume su idiosincrasia idiomática de origen. Y del territorio que lo acogió en 1964 lleva su mochila de viaje repleta con un testimonio de vida compartida junto a una multitud de gente que continúa por la senda de creer en una sociedad donde la justicia social sea una realidad. Personas con unos ideales que pueden complementar el pensamiento sobre la palabra utopía del cineasta Fernando Berri cuando dice que: «La utopía es como el horizonte. Siempre lo ves pero nunca lo llegas a alcanzar». Una aspiración que para ellas se manifiesta en forma de compromiso diario.

En la transmisión que hacen estas páginas de ese pensamiento y obra podemos observar que el Salva ya adulto evoluciona parejo al compromiso que recoge de los ambientes juveniles de la JOC. Digamos que es un producto social propio del desarrollo urbano del medio en el que habita: Santa Coloma de Gramenet. Al que llamaría subdesarrollo urbano, pues los parámetros económicos en el crecimiento de la sociedad de entonces la mantienen largos y penosos años en tal tesitura. Sus primeros años Jocistas servirán para forjarlo como persona comprometida en las problemáticas inherentes a vivir en un suburbio entonces marginal. Solidario para con las causas ajenas, casi siempre perdidas, pero que almacenan los numerosos logros que supieron amortiguar las derrotas. Entregado y desprendido, siempre mirando por el bien ajeno. Persona buena, en el más amplio sentido de la palabra. Amigo de sus amigas y amigos, de entre los que afortunadamente no dejan de haber opiniones críticas hacia su persona. De carácter rudo, serio y, en tantas ocasiones, difícil de desentrañar, pero de unos sentimientos y bondad a prueba de bombas, como resaltaría su propia compañera Chelo. Demócrata convencido y luchador por una sociedad igualitaria es contumaz con lo que cree se sostiene en la verdad. Su carácter transformador irá parejo a la defensa, por encima de todo, de la dignidad humana.

Hay una opinión de la periodista y escritora local Odei A. Etxearte a propósito de su anunciado proyecto cinematográfico sobre el Plan Popular de Santa Coloma: «Mostrar a una gente que no ha dejado de luchar, y que es un ejemplo para las luchas sociales de hoy. No han parado. Muchos hacen 40 años que militan en los barrios. Primero pedían guarderías; después escuelas, y hoy geriátricos». Se está refiriendo a gentes como Salva que han sido, y lo siguen haciendo, protagonistas de la historia del último medio siglo de su ciudad.

Pero su caso aún va más allá. Su implicación sindical desde que accede al trabajo asalariado lo curtirá en una conciencia de clase social nada ajena a la gran problemática del mundo laboral. Después, su apuesta por una economía cooperativista de carácter social y solidaria le añaden esa particularidad de persona en permanente aportación a las nuevas formas en el reparto colectivo de la riqueza industrial.

Mención complementaria precisaría hablar de su relación con Catalunya, y Santa Coloma en particular, la tierra en la que se arraigó y donde se enfrentó a las duras condiciones de habitabilidad de los primeros años. Pero también un lugar que le dará múltiples satisfacciones en la cotidianeidad de sus relaciones sociales y políticas. Persona plenamente integrada en los hábitos e idiosincrasia del pueblo catalán, es un firme defensor de su cultura y lengua aunque, paradójicamente, no sea excesivamente usuario de esta.

Me decía Josep Pitarque, uno de sus entrañables amigos: «Salva es un espécimen humano difícil de catalogar, pues cuando analizas a su persona, su trayectoria social, laboral, política u humana no llegas a observarle deficiencia alguna. Es un rebelde, pero con causa».

¿Y de su compromiso para con la religión?, ¿sobre el hecho de ser y sentirse un militante cristiano?

El grupo colomense en su primer viaje anual en 2010. Imagen en el pueblo serrano de Letur (Albacete). Salva de pie, en la primera fila a la derecha

«Mira lo único que sé que efectivamente tiene ese compromiso con otra gente cristiana. Efectivamente, con su fe. Pero lo veo como que todo lo lleva a una vida real, a la del cada día a día. Con su ideología, con su manera particular de ver las cosas. Y en casi todas coincidimos. Y en torno del Ateneo, de sus actividades, del llamado Procés, llevamos una práctica común.»

La contestación de Josep lleva implícita todas las respuestas que precisaría una vida como militante cristiano, presidida por su enorme generosidad hacia los demás y una particularísima manera de entender, e interpretar, el mundo que le rodea. La constancia en sus actos se sostiene en la interpretación que hace del Evangelio, donde ve reflejado a un Jesús de Nazaret al lado de los más débiles y rebelándose contra las injusticias del momento. La sencillez en su práctica y mensaje es como una simbiosis entre el creyente comprometido y la del ciudadano poco, o nada religioso, pero ambos preocupados por el bien común y la justicia social.

Salva fue candidato del Movimento Comunista de Cataluña (MCC) en las elecciones municipales de 1983

Toda esa vida intensa y comprometida sigue perdurando en el tiempo. Y cuando le comento al protagonista de esta biografía si puede creer lo mismo que el insigne historiador y escritor Paco Candel, cuando decía: «Lo que me molestaría es que me olvidaran, que no quedara nada cuanto he hecho», me contesta que sólo se sentiría plenamente satisfecho si su compromiso hacia los demás pudiera haber servido de algo. «Creo que todo lo que he pensado y hecho siempre se ha fundamentado en creer que lo hacía por el bien común de las gentes que me rodean. Si en ellas queda ese recuerdo ya me daría bien por satisfecho.» Palabras que deja testimoniadas con la naturalidad del que nunca espera recibir algo material a cambio. Del que no se siente protagonista de la propia historia que está escribiendo.

Un testimonio de vida como compromiso para con la humanidad. O de esa parte que la comparte en un universo de seres humanos a los que cree que ha amado, y ama. Podemos catalogarlo como una de esas personas que pasan por el mundo sin excesivo ruido, pero con no poca resonancia gracias a su implicación en la mayor parte de los acontecimientos acaecidos a su alrededor. En su filosofía cabe la humanidad entera, puesto que su mensaje siempre ha estado impregnado del sentido solidario proyectado hacia el otro–otra.

La familia de Salva y Chelo, sus hijos Pablo y Elena y su hija acogida, Crista

Como conclusión a este relato, y con la modestia que asiste a su protagonista, tomo la propiedad de una de las múltiples frases que evocaba el fallecido último primer mandatario de Cuba: «Los hombres pasan, las ideas quedan». En el caso del personaje biografiado nos acompaña la fortuna de tenerlo más presente que nunca, lo que reconforta a todas las personas que comparten las suyas.

 


Foto superior:
En la calle Irlanda, Salva y sus hijos Pablo y Elena, vestidos de escoceses durante el carnaval de 1989

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